lunes, 13 de enero de 2014

Él o mi vida

Él o mi vida
Recuerdo que al día siguiente de esa horrible noche me desperté con un dolor de cabeza inmenso, pues nunca antes lo había tenido. Bajé a la cocina y allí estaba mi mujer, callada y mirando al suelo; me vio, empezó a desayunar muy deprisa y lo único que me dijo fue: “Ahí tienes las tostadas. Hoy como en casa de mi madre”. Me resultó raro, pero pensé que querría pasar tiempo con ella y asentí con la cabeza. Pasé el día solo y tirado a la bartola; la noche caía y Mónica, mi mujer, no aparecía. No era el primer domingo que pasaba con resaca, pues hace cosa de un mes o así comencé a salir con mis compañeros de trabajo, siempre con alguna excusa: ascendían a alguno, cumpleaños de otro… en fin, todo esto a mi mujer sé que no le era de muy buen agrado pero a ella tampoco le gustaba que estuviese siempre en casa.


Eran cosa de las diez de la noche; me disponía a levantarme por fin de aquel sofá en el que me había tirado toda la tarde (y parte de la noche) cuando sonó el teléfono y era uno de mis compañeros, que también había salido el día anterior. La conversación fue bastante densa puesto que me recordó cada uno de mis pasos de esa noche, ya que mis lagunas no me dejaban hacerlo a mí; no sé sinceramente en qué lugar había estado ni de qué se trataba, pues lo único que recuerdo es su olor a humedad y su tenue luz. Pensando en lo recordado, me quedé bastante preocupado por cómo me había puesto esa noche, pero fueron pasando las semanas y seguía saliendo y bebiendo igual o peor. Tres semanas después de esto, noté a mi mujer muy distante conmigo y decidí preguntarle qué era lo que le pasaba, su reacción fue inmediata: junto con sus insultos y una que otra bofetada… me quedé palido y sin saber el porqué de ello, pues llorando le supliqué que me contara qué era lo que ocurría.. se tranquilizó y me contó. Ni puesto en lo peor me imaginaba lo que había ocurrido, y decidí de inmediato volver a mi vida normal, se acabaron las salidas con alcohol de por medio, y por supuesto acudí a ayudas para que el dejar de beber se me hiciera más fácil. No pensé que en tan poco tiempo podría hacerme tan dependiente del alcohol. Y si, imagináis bien, todas las noches que llegaba bebido a casa y mi mujer se encontraba despierta era con quien pagaba mi mal humor y no sólo con agresión verbal, sino también física. 

Rosa Masa

No hay comentarios:

Publicar un comentario