jueves, 2 de octubre de 2014

Ahora ya no tiene gracia.


Miradme, llevo puesto uno de mis mejores trajes recién planchado, camisa blanca, la corbata con el nudo perfectamente hecho, zapatos brillantes (de esos que puedes ver tu reflejo en ellos),... y sin poder ir a ningún sitio. Pero, cómo podía reírme tanto la noche anterior, tomando cervezas, chupitos,... con amigos. Sufrí un coma etílico, de tanto alcohol que había ingerido. Y ahora mira, sólo oigo el ruido de la muerte guardando las cuatro paredes de mi ataúd.

MªÁngeles García Checa

1 comentario:

  1. La muerte, algo que consideramos lejano, y sólo para aquellos que están enfermos o son ancianos. Pero la muerte, eso a lo que tanto tememos no sale a nuestra búsqueda sino que somos nosotros quien la llamamos, el protagonista decidió encontrarla de la forma más indigna, a manos del alcohol, porque cada vez que una gota de alcohol recorre nuestra sangre es el tic tac del reloj de la indigna muerte. Es por ello que este relato me parece muy realista y acertado.

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