Cómo otro sábado cualquiera salimos a tomar unas copas y a bailar un rato, todo iba bien pero comenzó a pasarse con la bebida, a tal punto que insultaba a cualquiera que me mirase un poco más de la cuenta, para rebajar su enojo aumentaba el nivel de alcohol en su cuerpo. Estaba todo perdido, no controlaba nada de lo que hacía; intenté llevarlo a casa pero no me escuchó.
Cogió el coche a toda prisa y salió pisando fuerte, tanto que apenas se percató de esa curva que le costó la vida.
Ahora él ya no....
Patricia Mohedano
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