Los mejores relatos del blog
lunes, 9 de febrero de 2015
Pero ya era tarde.
Besé el asfalto y volé. Más tarde me encontraba con mi mejor traje recién planchado, con mi camisa inmaculada y mi corbata roja perfectamente anudada. Todavía podía sentir débilmente el sabor de whiskey en mi boca. Me estremecí al oír unos llantos lejanos y, de pronto, un sentimiento de arrepentimiento que permaneció hasta la eternidad, me envolvió en décimas de segundo. Y continué con mi dulce sueño.
Lucía Guerra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El alcohol puede producir muerte y tristeza a quien bebe y a toda su familia
ResponderEliminarCuando se bebe no se controla lo que se hace.
ResponderEliminarEste microrrelato es muy bueno ya que en pocas lineas transmite un concepto muy grande como es la muerte. Y reflexiona sobre los daños que puede llegar a producir el alcohol en alguien irresponsable. Y el dolor que pueden sentir las personas cercanas a esa persona. Nos hace darnos cuenta de que el alcohol, si tienes que conducir, no es una buena idea.
ResponderEliminar