lunes, 11 de mayo de 2015

Gracias, amigo

Siempre nos turnábamos el coche y quien conducía esa noche no bebía. Aquella noche le tocaba a Juan y todo iba bien, hasta que de repente ese maldito todoterreno entró en nuestro carril, Juan no tuvo tiempo de reaccionar. Cuando abrí los ojos estábamos rodeados de sangre, y sentí cómo un escalofrío recorría todo mi cuerpo y me inundaba el miedo. Todos estábamos estables pero Juan no respondía. 
- Por favor Juan, no puedes hacernos esto- le grité. 
A los pocos minutos estábamos en el hospital y allí estaba ese malnacido, con unos pocos rasguños y un collarín, mientras Juan se veía entre la vida y la muerte. Estuvo dos semanas en coma y los médicos no tenían muy claro que volviese a despertar, pero nosotros no perdíamos la esperanza e íbamos todos los días a verlo para contarle nuestras anécdotas y charlar un rato con él, aun sin respuesta. Los médicos nos dieron la mejor noticia: iba a recuperarse, sería muy lento pero lo haría y yo lo sabía, sabía que saldría de eso, Juan era muy joven y tenía demasiadas ganas de vivir como para rendirse tan pronto. 
Gracias, amigo, por no dejarnos.

Patricia Mohedano

No hay comentarios:

Publicar un comentario