María era la más pequeña de tres
hermanas; siempre fue una niña consentida y caprichosa, pero su
conducta se fue agravando cuando se hizo una jovencita algo rebelde.
Siempre quiso destacar más que sus hermanas, lo que la llevó al
fracaso escolar y al mundo del alcohol y las drogas. Sus hermanas
pronto se enteraron de la vida que llevaba su hermana pequeña. La
llevaron a un centro de desintoxicación con la aprobación de sus
padres, que fueron los últimos en enterarse del grave problema que
tenía su hija. Cuando se recuperó le ofrecieron un puesto de
trabajo en la peluquería de sus hermanas, pero ella no sabía
aprovechar las oportunidades que le estaba dando la vida.
Volvió a recaer en el mundo de las
drogas y el alcohol, ya que era su vía de escape para no querer
afrontar los problemas de la vida. Todo esto fue de mal en peor; su
novio era un delincuente habitual que robaba para tener dinero en sus
vicios. María, al ver lo que hacia su novio empezó a robar a sus
seres queridos, dando lugar a que estos le dieran la espalda.
Un día una de sus hermanas le puso una
trampa para pillarla y saber si era ella; y exactamente era ella.
Intentó robar las joyas de su abuela ya fallecida, María lloró
desconsoladamente y juró que nunca volvería a probar ni las drogas
ni el alcohol.
Hoy en día María no cumplió la
promesa que hizo, es feliz con su familia, pero hay momentos en los
que se siente triste y ahoga sus penas en alcohol y las libera en el
humo del porro y maldice a su familia por ser los culpable de todos
los problemas que le ocurren a ella.
Miriam Ruiz
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